Día de los Inocentes en Valencia

Se disputaba la octava carrera del pasado viernes en Valencia. El gran favorito era Olmue, un caballo que por alguna carrera anterior generó una enorme polémica. El lote al que se enfrentaba era demasiado flojo y todo hacía predecir una fácil victoria para el pupilo de Antonio Sano. En las oficinas lo jugaban «a la mitad». Ganadores y más ganadores se jugaban en los centros hípicos al son del 1 a 9 que aparecía en los monitores… Más de uno puso a riesgo lo que le quedaba de sus utilidades…

Se da la partida y… sorpresa!!! Olmue no partió. Tampoco partió Antulio. La diferencia entre ambos fue que al favorito no se le abrió la puerta del aparato. Comenzaron las maldiciones y demás hierbas sin que los caballos hubiesen cruzado la raya. Todo estaba perdido. Sin embargo, más de uno tenía la esperanza de que el dinero apostado a un ejemplar que se vio imposibilitado de correr fuese devuelto. Pero no fue así… Se confirmó la carrera y los que jugaron al tal Olmue cayeron por Inocentes…

En cualquier hipismo civilizado del planeta, la devolución del dinero apostado al gran favorito hubiese sido inmediata, ya que el objetivo primordial es defender la inversión del cliente principal, el apostador. Pero el nuestro definitivamente no parece un hipismo civilizado. En Venezuela usted va al hipódromo y no encuentra una pizarra electrónica que oriente sobre dividendos aproximados y/o definitivos. Llegamos al colmo que en La Rinconada hoy en día no solo no funciona la pizarra. Tampoco funcionan los monitores internos y para colmo tampoco hay taquillas operativas (todo por culpa de los famosos conciertos que volaron las líneas de alimentación de electricidad del hipódromo).

El argumento «legal» del INH es el muchas veces cuestionable Reglamento de Carreras, que especifica en su artículo 238 que «se consideran en carrera a todos los ejemplares que se encuentren dentro del aparato de partidas al momento de ordenarse la largada»; y que luego en su artículo 239 deja sin oportunidad al apostador cuando expresa que «ordenada la partida todos los ejemplares deberán cumplir el recorrido de la prueba, y aquellos que no pudieren hacerlo por cualquier circunstancia, serán considerados como si lo hubieren hecho, a los fines de los diferentes sistemas de apuestas, pero en ningún caso serán ganadores de premios». Con esto, queda justificada «legalmente» la enorme irregularidad cometida en el caso de Olmue, cuya puerta no se abrió, quizás por obra y gracia del Espíritu Santo

Caimos por Inocentes…!!!

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